¡¡¡
Guatemala ante el mundo es un pueblo con Hambre y Sed de Justicia !!!
Ante los recientes acontecimientos
ocurridos en La Cumbre de Alaska ubicada en el
kilómetro 170, carretera Interamericana. En donde se reportaron más de 35 personas
intoxicadas, 28 heridos y murieron Santos Hernández Menchú; José Eusebio Puac
Baquiax, de 33 años; Arturo Félix Sapón Yax, 39; Jesús Baltasar Caxaj Puac, 40
Jesús Francisco Puac Ordóñez, 48; y Rafael Nicolás Batz, 52.
No cabe duda de que la
respuesta a los reclamos populares, de mejor educación, trabajo, vivienda,
igualdad, seguridad y justicia que el pueblo demanda, por parte del gobierno en turno independientemente de la filiación política siempre será mediante la represión militar y policíaca.
Esto evidencia
claramente las injusticias sociales son provocadas por el racismo y la
discriminación social que desde la época de la conquista a la fecha han sido condenados
nuestros hermanos indígenas, los campesinos, obreros y los sectores más
vulnerables de nuestro país que viven en pobreza y extrema pobreza.
Ningún gobierno, grupo,
ó movimiento popular que ignore a esta inmensa mayoría podrá tener
repercusiones históricas de verdadera trascendencia en nuestra amada Guatemala.
¡¡Patria, Soberanía y Dignidad!! ¡¡Nunca más un Gobierno, que no nos tome en
cuenta, Nunca más una Guatemala sin nosotros!! ¡¡Un Pueblo Unido Jamás será
Vencido!!
Desde mi Punto de Vista
Muy Particular escribí el siguiente artículo dedicado a los hermanos indígenas
de los diversos pueblos que conforman el territorio nacional.
La convocatoria para
participar en la construcción de una Guatemala equitativa, justa, sin
discriminación, ni racismo, será presidida por la inmensa mayoría sufriente,
indígenas, obreros, campesinos, Profesionistas, estudiantes y todos aquellos
que se solidaricen con la causa de los empobrecidos y explotados.
La expresión “raza
indígena” es realmente amplia, si se analiza en toda la extensión de la
palabra; para algunos es sinónimo de desprecio hacia un sector de la sociedad,
para la inmensa mayoría de nosotros es motivo de verdadero orgullo el ser
llamado indígena porque estamos consientes de que un pueblo sin raíces
históricas, es un pueblo sin identidad cultural.
Y digo nosotros, porque
aún para los que somos mestizos, allí mismo pesa lo indígena en la sangre, en
el pelo, en la piel, en el color, en los ojos y en el alma.
Nuestra deuda con él
indígena es inmensa, basta ya de discursos y dependencias e instituciones
acéfalas y de membrete que solo a medias abordan el tema de la discriminación y
el racismo en Guatemala, la sociedad en que vivimos necesita hechos reales,
acciones concretas encaminadas a darle solución a sus problemas; así como crear
y fomentar programas culturales orientados a enaltecer la riqueza que el indígena
constituye para Guatemala.
Sí, a esa Guatemala
indígena por el hondo significado que tiene para los guatemaltecos haber
nacido, crecido y ahora trabajar por una Guatemala nueva, aquí en nuestro
suelo, la que en su mayoría la constituyen los hermanos indígenas.
El ladino que alguna vez
se haya puesto a pensar seriamente en esta realidad mayoritariamente indígena
de Guatemala, no se puede desvincular de este hecho real que viven nuestros
hermanos indígenas; como lo es la discriminación, el racismo, la injusticia
económica y social, la propiedad y el cultivo de la tierra, el trabajo, la
producción de alimentos básicos para la población, sustituida violentamente por
los productos de exportación, a raíz de los compromisos contraídos por nuestro
país al haber firmado y ratificado los Tratados de Libre Comercio (TLC)
Internacionales.
Por lo anteriormente
expuesto nosotros ladinos e indígenas deberíamos de reflexionar a profundidad
sobre el constante atropello que sufre la familia indígena, a su integridad moral,
la propiedad, la tradición, usos y costumbres, la cultura; a los derechos
humanos y garantías constitucionales de la mayoría indígena explotada
juntamente con los obreros, estudiantes, profesionistas, trabajadores y
campesinos del mismo nivel económico, quienes sufren las mismas injusticias y
comparten la misma miseria.
Esa inmensa mayoría
indígena que fue despedazada y masacrada hace más de 500 años en la conquista
española, y que fue constantemente herida y asesinada en lugares como en
Panzós, Nebaj, chajul, Cotzal, Uspantán, Las Cruces, Palestina y las Dos Erres,
entre otros poblados y aldeas enteras, durante los 36 años que duro la Guerra
interna; y convertida en nómada en la Costa Sur, despojada de la tierra que por
derecho legitimo y por justicia les pertenece.
Aparte de que esa
mayoría pesa profundamente sobre nuestra historia pasada, condiciona y
fortalece nuestro presente y determinara nuestro futuro, razón por la cual es
preciso que reconozcamos que sólo cuando esa inmensa mayoría se ponga en marcha
en búsqueda de nuestra liberación, habrá verdadera esperanza y alternativas
reales de alcanzarla.
Ningún gobierno, grupo,
ó movimiento popular que ignore a esta inmensa mayoría podrá tener
repercusiones históricas de verdadera trascendencia en nuestra amada Guatemala.
Para ello se hace
necesario el reconocer en toda su hondura al ser humano que nos ha ofrendado su
tierra, su cultura, su trabajo y su sangre. Se trata más bien de convertirnos a
él para darnos cabal cuenta de que no tenemos derecho a cerrarles el camino a
los medios de producción, a la tecnología, a la educación, a los servicios de
salud, a la justicia pronta y cumplida entre otras garantías y derechos
constitucionales que al igual que nosotros tiene derecho.
Con toda justicia, de lo
que se trata es de permitirles que se incorporen de igual a igual, sin
discriminación ni racismo a la lucha organizada tal como lo notamos en otros
grupos más claramente comprometidos; y de reconocer con humildad y lucidez que
no debemos seguir cometiendo los mismos errores de siempre de marginarlos y
discriminarlos por el solo hecho de ser indígenas.
Todo este sombrío pasado
tiene que ser arrancado de raíz con la participación y decisión de esas
mayorías en las cuales nuestro pecado aparece con el nombre de miseria y
explotación; no olvides hermano indígena, hermano campesino que ese nombre tú
lo vas a cambiar cuando juntes la fuerza que brota de tus manos, cuando te
decidas a hermanar todos los corazones de una misma clase y de un mismo color.
Nuestra fuerza vendrá de
allí, de donde les sale la fuerza a los pobres, a los huérfanos, a las viudas
que día a día convierten granos de maíz de su propia vida, en tortilla que nos
une, que nos hermana a todos en una sola familia, en una sola fuerza, en un solo
pueblo en busca de su libertad. Pueblo que fue sometido a la esclavitud y al
trabajo forzado, despojado de su tierra y de su historia durante más de 500
años.
La convocatoria para
participar en la construcción de una Guatemala equitativa, justa, sin discriminación,
ni racismo, será presidida por la inmensa mayoría sufriente, indígenas,
obreros, campesinos, Profesionistas, estudiantes y todos aquellos que se
solidaricen con la causa de los empobrecidos y explotados.
El indígena, llamado a
ser agente del cambio y la liberación lo hará sin renunciar a su piel
espiritual, a sus íntimos ríos, a sus costumbres y a su mentalidad particular.
Para ocupar el puesto que les corresponde en la historia el eje y el timón de
la misma. Para: EDG Noticias Javier Ramírez.
¡¡Patria, Soberanía y
Dignidad!! ¡¡Nunca más un Gobierno, que no nos tome en cuenta, Nunca más una
Guatemala sin nosotros!! ¡¡Un Pueblo Unido Jamás será Vencido!!